Quizás por el devenir de los tiempos
que se empeña en ocultar el sonido del
amor
y mantienen acalladas, con gritos, las
manos
de gestos que muestren y hablen su pasión.
Quizás porque ya no se habla del cielo
por boca de su más humilde seguidor
al perder las tenues caricias de los
dedos
que pronuncian calladamente el perdón.
Quizás porque en los brillos se ocultan
miedos
brillando con mentiras, engañando con su
fulgor.
Enseñan y hablan mostrando falsos sueños
que se nutren maliciosos por falta de
amor.
Quizás ahora que viene la Estrella de
nuevo
que recuerda que Cristo en la tierra
nació
se abra de nuevo por Amor el Cielo
y al pié del pesebre me encuentre yo.
20 de diciembre de 2019 José Antonio
Bedmar Redondo