Hombres que arden en
caridad cristiana
cosiendo con sus
manos las vidas rotas.
Ángeles que al eterno
Dios alcanzan...
¡¡Vertiendo sin
condiciones su dócil copa!!
Hombres que viven en
continua esperanza
curando lindes
olvidadas de la tropa.
Hombres que abrasan
de amor el mañana
llenando con cariño
si el tiempo lo roba
tocando la fibra
sensible del alma
¡¡Miradas de amor que
la Madre enamora!!
Con las manos de su
Madre artesana
moldean con fervor su
mirada, afloran
desde su pecho luces
de la alabanza
que brillan,
encienden, seducen y lloran.
Hombres que viven la
ciudad cristiana
aunque a veces
encuentren sus calles rotas.
Convierten sus
suspiros en las llamadas
del viento que las
velas de nuevo sopla
llenando vacías y
secas vaguadas
de amores que
iluminan las tenues sombras.
A los Misioneros Claretianos
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