Había
perdido el camino
que anunciaba
sencillo la esperanza
quizás
porque deseaba que el destino
se editara
siempre con mi arrogancia.
He gritado y
maldecido
con los
envites que me empujaban
a bajarme de
lo alto al precipicio
¡¡ y dejar
de ser en la nada!!
Mirar atrás
y ver el camino
que dejé
borrado sin vivir nada
arrastrado,
despojado, perdido
¡¡eso veía
yo en mi mirada!!
Más lentos pasaron
los años, como el vino,
lentamente, fermentando
el alma,
descubriendo
en su esencia lo sencillo
por el
profundo azul de su mirada.
Dejé de lamentarme
por lo no conseguido
y pedí a
Dios entregar el alma
que brotara
por amor y cariño
aquel
Sacramento que nos fusionaba.
Y así somos
como los líquidos
que Cristo,
con paciencia, unificaba
en líquidos contrarios
y distintos
yo aceite, ella agua.
4 de agosto de 2018 José Antonio
Bedmar Redondo
“Efesios 5:25”
A Merche que lo anunció hasta la saciedad,
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