La sonrisa de mi madre.
Las caricias de unas manos.
El beso pedido de nadie.
El arrullo de unos brazos.
Los pasos inquietos que salen
corriendo al llegar un padre.
El juego travieso de sus ojos.
El penetrante cielo azul.
Un abrazo que nace tierno…
El Amor huele a compañía
prestada generosamente
que crece y crece sin medida
que muere desinteresadamente.
Huele a Jesús en su agonía
que en sus brazos arremete
contra el pecado de esta vida
y con Su vida, el Cielo promete.
El Amor huele a descanso
de quién en esta vida se pierde
en caminos que desesperan
y con Su Luz al miedo vencen.
El amor huele a alegría
de la vida por la muerte
y en esencia compartida
en su Cruz se vence
a los miedos fratricidas
que la mente siempre tiene.
El Amor huele siempre a vida
¡¡aunque a veces por él se pierde!!
entregados en la compañía
y seguridad de quién lo promete.
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